La filial de construcción naval de
Pescanova en Mozambique dará el salto al sector ferroviario, aprovechando el boom de este negocio en el país africano. El astillero Beiranave, especializado hasta ahora en el mantenimiento de la flota propia de la multinacional gallega y de otras compañías pesqueras, trabajará casi monopolísticamente en la reparación de las grandes locomotoras empleadas para el movimiento de los trenes de mercancías, un prolífico sector en una de las economías más deprimidas del continente, aunque favorecida por unas enormes reservas de gas recientemente descubiertas mar adentro en sus aguas soberanas.
Beiranave, filial de Pescamar, y esta, a su vez, propiedad de Pescanova, es la mayor empresa de reparación naval de Mozambique. Situada en el puerto industrial de Beira, en el centro costero del país, hará los trabajos de mantenimiento en el sector ferroviario en condición de semi trust, porque es la única capaz de afrontarlos en este momento. El astillero, comprado por Pescanova para dar cobertura a su extensa flota, fue renovado por última vez en 2008, creando un dique seco y dragando su acceso para dar entrada a buques de hasta 200 metros de eslora. Moderniza en torno a 100 naves al año y tiene una sección especializada en reparación de motores.
Mercancías norte-sur
Fuentes empresariales españolas en el país africano explicaron que el fuerte, e interesado, impulso que está recibiendo la economía mozambiqueña por parte de las potencias económicas internacionales, multiplicará los trabajos de mantenimiento de las locomotoras de arrastre de los convoyes. Estos se emplean fundamentalmente en un corredor de mercancías a lo largo del territorio, conectando Beira con Maputo, la capital, y con el extremo norte del país. La misma versión añade que el negocio de Beiranave también pasa por el inminente boom del mantenimiento de los buques auxiliares necesarios para explotar los yacimientos de gas off-shore y las plantas de licuefacción en tierra firme.
El negocio para Beiranave no es precisamente pequeño. Las líneas férreas del país se construyen a marchas forzadas para comunicar el norte y el sur desde un punto de vista básicamente productivo. En el futuro, las conexiones comerciales podrían llegar hasta sus vecinos Zimbabwue, Zambia y Malawi, e incluso Namibia, materializando una línea interestatal africana este-oeste. La filial de Pescanova está, por tanto, en el lugar perfecto y en el momento preciso. En Beira, ciudad industrial por excelencia, está también el cuartel general de Pescamar, que controla el 70% de los cupos de captura de langostinos, gambas y camarones.
Gasodólares
Pero también la avalancha de gasodólares mozambiqueños está a la vuelta de la esquina. China. Japón, EE. UU. y la UE están girando su atención sobre la economía de este país africano, invirtiendo ingentes cifras de dinero de forma preventiva para poder quedarse probablemente con parte de las gigantescas reservas de gas, valoradas en cerca de 120.000 millones de euros los primeros 10 años, descubiertas en su plataforma continental. La norteamericana Anadarko y la italiana ENI manejan en sus previsiones que controlan en el país bañado por el Índico tanto gas como hay en Libia o en Kuwait.
Cónsul honorario
El astillero y toda la arquitectura empresarial de Pescanova en Mozambique no son cualquier cosa y tienen una cierta proyección política. Las filiales Efripel, Pescabom y Beiranave,
cuestionadas por estar en su momento al margen de las cuentas consolidadas del grupo Pescanova, están bajo la órbita de Pescamar, que, además, tiene ramificaciones en Angola. El director general del grupo Pescanova en Mozambique es Francisco Vilas, cónsul honorario español en el país, con residencia en Beira. Vilas es uno de los principales promotores y directores provisionales de la embrionaria Cámara de Comercio Mozambique-España, en fase de constitución, y que cuenta con el respaldo expreso de la embajada española en el país africano.